Género: Avant-garde, Jazzcore, Grindcore, NoiseRock, Rock-jazz, experimental-mal-pedo.
Este disco no es para mariquitas, si alguna vez en tu vida has dicho algo como: fuchi-qué-es-eso-que-naco, ¡fuera de aquí!, neta, esto absolutamente no es para tí. En lo que tal vez se convierta en la entrada más impopular de este blog se encuentra Grand Guignol de Naked City, el proyecto catalizador de mil y un géneros liderado por John Zorn, para quienes no conozcan a este personaje, entérense que posiblemente sea el músico más prolífico de nuestra era, ha editado más de cien discos de manera independiente bajo su sello Tzadik y tiene una gran predilección por las propuestas extremas y arriesgadas.
Naked City fue un proyecto que surgió como un “taller de composición” donde se probarían los límites de la composición y la improvisación, con una alineación tradicional de “banda de rock” que logró ofrecer en su breve trayectoria algunos de los trabajos más impactantes de los noventas. Su música incorpora elementos reconocibles de jazz, grindcore, surf, clasica, heavy metal, country, punk rock y todavía más, Grand guignol es el atasque total.
Todos estos elementos aparentemente dispares cobran sentido cuando recordamos el contexto de Zorn en un ya lejano 1989, cuando el primer trabajo de Naked city fue devorado y denigrado por la crítica neoyorkina, señalado como una serie de ruidos que hasta un niño podría concebir, los naked city fueron más allá y desafiaron a sus críticos con Grand guignol, el proyecto más experimental de naked city, el más punk, más cabrón. Se trata de un disco que exige amplio criterio; como agregado cultural Grand Guignol es el nombre de un teatro francés abierto en 1897 (Le Théâtre du Grand-Guignol) specializado en presentar obras de horrorr, aunque más que horror, se dice que fue foro de actos sadistas y enfermizos, su nombre es usado como un término general para el entretenimiento gráfico y amoral de horror. En fín, digamos que antes del Gore estaba el Grand Guignol. Además esta no es la portada original, es uno de los interiores del booklet, pero me ha parecido genial, es una ilustración del grandioso Suehiro Maruo.
Regresemos al tema: la afición de Zorn por las escenas hardcore británica, norteamericana y especialmente japonesa se refleja en parte del repertorio que constituye este controvertido álbum, estas miniaturas, frenéticas yuxtaposiciones de estilos de ínfimo minutaje, están conducidas por el extremismo sonoro que hizo famosos a grupos como Goldflesh o Napalm Death, ineludible fuente de inspiración para Zorn. Sin duda alguna, una curiosa concepción del metal menos acomodado, pura incandescencia que muchos insistieron en reducir a un mero pastiche postmoderno.